martes, 12 de mayo de 2015

Los mitos más famosos en torno al autor del Quijote.

Todo el mundo conoce esta obra, la española más famosa en el mundo. Pocos son los valientes que se atreven con este libro por su larga extensión y su dificultad a la hora de la lectura, pero realmente es una novela que merece mucho la pena leer. 

Que sea una obra tan famosa ha dado pie a que haya teorías de todo tipo respecto al autor o el libro en sí, y esto ha hecho que se hayan creado mitos, extendiéndose como teorías reales.

Uno de los más conocidos es el de que Cervantes sólo tenía un brazo, de ahí su sobrenombre "el manco de Lepanto". Nada más lejos de la realidad. Cervantes recibió tres disparos de un arma de fuego llamada arcabuz durante la famosa Batalla de Lepanto. Dos de los disparos los recibió nuestro Miguel en el pecho, mientras que el tercero fue a parar a su mano izquierda y la dejó inutilizada de por vida. Por tanto, don Miguel conservaba sus dos brazos, a pesar de que su mano izquierda no le respondiera.

Entonces, ¿cómo pueden demostrar los expertos que se tratan de los huesos reales del autor?
A través de una descripción del propio Cervantes de sí mismo:

 «Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha , y del que hizo el Viaje del Parnaso...»

En esta descripción el escritor le dice al lector que solamente conserva seis dientes. Si encuentran una calavera con este número de dientes será nuestro famoso autor. En esto se basan los expertos a la hora de autentificar a quién pertenecieron.

Gracias a sus escritos podemos imaginarnos cómo era Cervantes, pero todos tenemos esta imagen suya en nuestras mentes. 
Pues bien, no está del todo claro que se trate de Miguel de Cervantes. Los estudiosos del autor encontraron en el prólogo de sus Novelas ejemplares estas palabras: «quisiera pintarme y esculpirme»  «en la primera hoja de este libro [...] le diera mi retrato a don Juan de Jáuregui». Rápidamente comenzaron a buscar entre las pinturas de don Juan, encontrando la que conocemos sin ningún dato acerca de la persona retratada y suponiendo por tanto que se trataba de nuestro famoso autor.


Y por último y cómo no: cuando hablamos de don Miguel, tenemos que mentar su Quijote. 
¿Quién no conoce las primeras palabras de esta novela? 
«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor...»
Si queremos ser meticulosos, las primeras palabras del famoso Quijote no son esas. La novela empieza con un prólogo que muchas veces se evita en la lectura pero que es esencial para entender la novela, además de tratarse de una de las mejores partes de este gran libro. 

Así que, para la próxima vez que os pregunten cómo empieza nuestra novela más conocida, ahí va la respuesta: «Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse».







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